Redes almejeras (de arrastre) |
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Las
redes del bote almejero fueron tejidas y teñidas como en sus orígenes fueron realizadas
por los pescadores o las mujeres, que por lo general se dedicaban a estos menesteres,
además de remendarlas cuando se rompían por enganche o rozamiento contra las piedras. Me permito agregar junto a las fotos de las redes por mi realizadas un documento, extraído de la página www.ayco-data.net/marinahispanica/historia_es.htm como ilustración del trabajo realizado. |
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Galicia es una potencia a nivel mundial en el sector de la pesca, y
tenemos una experiencia milenaria en la confección de redes. Hemos extraído el siguiente
texto de la Gran Enciclopedia Gallega: Desde Ribadeo hasta A Guarda, en las pequeñas caletas y puertos,
aparece la redeira o atadeira, es decir, la mujer marinera, moza o anciana, que elabora
las redes, entrelazando hilos y moviendo la estilizada aguja de madera; a esta labor se
dedican también los marineros viejos. Hace algunos años, las redes, que primero eran de algodón y luego de cáñamo, se lavaban en las fuentes y lavaderos públicos y se estiraban a secar en el muelle, faena que ahora evita el nylon. Esas redes se teñían de rojo o marrón, para lo cual se echaban una pía de piedra -las pias eran comunales- una mezcla de cáscaras de salgueiro y pino rojo, que se machacaba con un mazo de madera y se cocía en calderas o en el pote durante 10 horas; después de pasaba la tinta hirviendo a la gamela da casca, en la que se sumergía la red. Esta operación se podía hacer en el pote o bien en la caldera y el pilón de piedra si la red era grande
Según
creencia popular, cuando se hacían o remendaban redes estaba prohibido nombrar la
culebra, el sapo y el moucho porque traían mala suerte; por el contrario. echar vino a la
red se consideraba síntoma de buena suerte. Una vez preparada la red, se le echaba agua
bendita para que los lances fueran buenos, o se golpeaba con una rama de acibeiro, al
tiempo que se repetía el siguiente ensalmo: Acebiño, meu meniño, En la actualidad, las redeiras siguen remendando las redes que se rompen en las rocas del fondo o tejen otras nuevas, con su viejo arte. Ni en el nylon ha perdido la red el encanto de su artesanía. |
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